miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Leyenda Del Fruto Del Anacardo

Según la leyenda, las hadas viven en los bosques que protegen la naturaleza, que les damos la bendición y a veces les damos la maldición si somos malos con ellas. Las hadas aquí en Filipinas se llaman “mga diwata”. El origen de la palabra “diwata” viene del sánscrito “devadha o dev” que significa dios. Hay muchas leyendas que tenemos hoy que tienen relación con las hadas, por ejemplo, la leyenda de la semilla del fruto del anacardo.

Os cuento un relato sobre ella pero antes de empezar, tengo una pregunta para vosotros. ¿Porqué la semilla ésta fuera de la fruta? Bueno yo empiezo a contaros, érase una vez, la semilla del anacardo no estaba contenta porque había oscuridad dentro de la fruta.

Un día la semilla oyó que las hadas y sus vecinos iban a celebrar una fiesta en el centro del bosque. Ella sentió la tristeza porque no podía ver lo que estaba pasando afuera. En esa noche de festividad, el centro del bosque lució con diferentes colores mientras que las ranas y los grillos cantaban. Todos los invitados se divirtieron. Los conejos, los elefantes, los monos, los ciervos, las cebras, las plantas y los árboles bailaron y cantaron salvo la semilla del fruto del anacardo. Se dijo a sí misma que esa noche era la más triste de su vida porque no veía nada.

De repente el hada que se llamaba Amable oyó el comentario de la semilla. Después de oirlo, le preguntó si ella tenía un deseo porque el hada quería que la semilla estuviera contenta. Entonces, le pidió que hubiera querido ver la fiesta para no tener envidia de los demás. Así, se lo otorgó y de repente la semilla podía ver la fiesta a condición de que no pudiera volver adentro de la fruta.

La semilla aceptó el otorgamiento del hada Amable. Al ver la fiesta, disfrutó los bailes y las canciones. Después de tantas horas, en la medianoche, el hada Amable dio la señal de que la fiesta terminara inmediatamente porque ellos tenían que descansar. Al terminarla, los participantes de la fiesta regresaron a las cuevas y se acostaron. Las luces de las luciérnagas se apagaron. En cuanto todos descansaron, la semilla sólo veía la oscuridad otra vez como si fuera adentro de sí misma y la lluvia empezó a caer fuertemente con tantos truenos.

La semilla lloró. Así que ella se sentió triste y asustada porque hacía muy frío afuera de la fruta. Aunque el hada Amable oyó que la semilla estaba atemorizada y a pesar de que le gustaría volver adentro, el hada no hizo caso y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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